Un hombre se va al infierno y cuando llega, lo atiende el jefe y le dice:
– ¿Adónde quiere que lo mandemos, al infierno argentino o al alemán?
– ¿Y qué se hace en el infierno?
– Mire, ahí lo despiertan a las cuatro de la mañana con un balde de agua fría y el Diablo lo hace trabajar desde las cinco hasta las veinte, ¿cuál prefiere?
– ¿Hay diferencia?
– No, es lo mismo.
– Bueno, prefiero el alemán.
En eso uno que estaba al lado lo codea y le dice por lo bajo:
– No seas zonzo, elegí el argentino, porque ahí podes seguir durmiendo, no hay agua y encima el Diablo firma y se va.
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– ¿Cuántos argentinos entran en un fitito?
– No sé.
– Diez. Do adelante, tres atrás y cinco desinflados en la guantera.
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– ¿Sabés cuál es el negocio del momento?
– No, ¿cuál?
– Comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que él cree que vale.
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– ¿Cómo se suicida un argentino?
– No sé.
– Se arroja desde la punta de su ego.
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En un manicomio cubano charlaban dos internos:
– ¿Ves aquel muchacho que está allá?
– Sí, ¿quién es?
– Es el más loquillo de todos, todos los que estamos aquí adentro.
– ¿Para tanto es lo que tiene?
– Imaginate, es un argentino con complejo de inferioridad.
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