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miércoles, 27 de marzo de 2019

Milicia


El general toca a la puerta de la prostituta de barrio, ella lo atiende. - Digame, señorita, ¿aceptaría mi compañía por 200 pesos? - Por supuesto. El general se da vuelta y dice: - Cabo, haga ingresar a mi compañía. zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz En tiempo de guerra había un general muy estricto que quería que sus soldados fueran muy económicos en sus gastos. Un día hizo llamar a tres de sus discípulos para preguntarles qué les daban de comer a las gallinas. Llega el primero: - Yo les doy choclo. - ¿Cómo les va a dar choclo? eso es alimento para los soldados, eso es un desperdicio. Tiene tres meses de cárcel. Va el segundo: - Yo les doy el marlo, la parte de adentro del choclo, para que coman. - ¿Usted no sabe que el marlo sirve para hacer fuego y calentar a los soldados? Eso es un desperdicio. Tiene tres meses de cárcel. Y llega el último recluso, que había visto todo lo anterior. - ¿Y usted qué les da de comer a las gallinas? - Y yo le doy unos pesitos y que se compren lo que quieran. zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz En tiempo de guerra había un general muy estricto que quería que sus soldados fueran muy económicos en sus gastos. Un día hizo llamar a tres de sus discípulos para preguntarles qué les daban de comer a las gallinas. Llega el primero: - Yo les doy choclo. - ¿Cómo les va a dar choclo? eso es alimento para los soldados, eso es un desperdicio. Tiene tres meses de cárcel. Va el segundo: - Yo les doy el marlo, la parte de adentro del choclo, para que coman. - ¿Usted no sabe que el marlo sirve para hacer fuego y calentar a los soldados? Eso es un desperdicio. Tiene tres meses de cárcel. Y llega el último recluso, que había visto todo lo anterior. - ¿Y usted qué les da de comer a las gallinas? - Y yo le doy unos pesitos y que se compren lo que quieran. zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz En el regimiento había un mariquita que siempre que se cruzaba con el sargento le decía: - Adiós, mi amor. Así varias veces, hasta que una tarde el militar enojado lo encaró al muchacho suave. - Óigame, soldado, ¿qué es esto que ve en mi traje? - Cinco estrellas. - ¿Entonces, cómo me tiene que llamar? - Mi cielo. zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz El sargento estaba de franco en el regimiento. Entonces aprovechó para llevar a su pequeño hijo para que conociera el lugar donde trabajaba su padre. Van caminando y se cruzan con el coronel. El chico le dice: - ¡Adios, fresco! El padre piensa para sus adentros que es una broma de chicos. Al rato vuelve a pasar el coronel y el chico le repite lo dicho. Ya estaban por irse cuando el coronel vuelve a aparecer en escena y el chico no se queda atrás: - ¡Adios, fresco! El padre se enoja y le recrimina lo dicho: - ¿Por qué le decís fresco a este buen hombre que es el coronel del ejército? - Lo que pasa, papá, es que cada vez que vos te vas a trabajar, mamá me dice que abra la ventana para que entre fresco, yo voy, la abro y siempre entra este señor. zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz Un salteño recién llegado a Buenos Aires ingresó en la colimba. Lo pusieron a cuidar el orden en medio de la Avenida Corrientes. En eso llegó un extranjero y le consultó: - ¿Me puede decir dónde está el Congreso? - Vea, yo sé, pero ahora no me acuerdo, no me acuerdo. - ¿Y dónde está el Obelisco? - Me olvidé. - ¿Y la Boca? - Para el lado de Palermo. No, no, mire también me olvidé. - Pero escúcheme, esto es una verguenza, usted es un servidor público y no sabe dónde están las cosas de su ciudad. - Bueno bueno, gringo, tranquilo. Y mirá que no te llevo a la comisaría porque no sé ni dónde queda.